Cantaores y cantaoras, bailaoras y bailaores, guitarristas, palmeros… artistas.
Tras la introducción de la guitarra con los primeros compases, el cantaor templa la salida; comienza el cante de preparación, con el que va calentando. Viene el cante valiente y, mientras el cantaor enlaza estrofas y versos sin tomar aliento, ya nadie pestañea. Y por fin, el remate, el juego final con el que el cuadro levanta al respetable de su asiento que no puede parar de aplaudir, con el corazón queriendo salir por su boca en forma de “olés” y “bravos”…
Te gustará, o no… es Flamenco.
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